Todos soñamos… todos tenemos sueños… los sueños son diversos como las personas que sueñan… y, también hay pesadillas.
El llamado quizá fue muy temprano; previamente las cosquillas en el estómago estaban anunciando que, una vez más, el sueño se convertiría en realidad.
Soñar… algunos dicen que es arriesgado; otros, que es innecesario; sólo unos cuantos sabemos que soñar es el motor para vivir.
Los dos que se atrevieron a convertir sus sueños en realidad (al menos los que nos ocupan en estas líneas) acudieron a la locación y cumplieron con sus escenas… sí, los dos actores, pertenecientes al reparto de Sin Miedo a la Verdad de la la empresa Televisa nunca imaginaron que, intempestivamente, a causa de una negligencia, su sueño terminaría en pesadilla.
Los actores Jorge Navarro Sánchez y Luis Gerardo Rivera, perdieron la vida después de terminar las escenas donde participaban, al solicitarles que grabaran una toma más de protección; sin embargo el director de escena pidió quitar un barandal del puente donde se realizaba la acción, por cuestiones de estética.
16 de enero fue el terrible día en que ocurrió este lamentable suceso. El productor de esta serie, Rubén Galindo no dio la cara de inmediato, de hecho, él no se encontraba en la locación al momento de la tragedia.
Televisa, por su lado, emitió un comunicado oficial en sus redes donde lamentaba el hecho.
A casi un mes de la tragedia, las cosas siguen sin esclarecerse. La ANDA se hizo cargo de algunos gastos y se desmarcó, responsabilizando a la empresa acerca de la indemnización a las familias de los compañeros fallecidos.
Este tipo de situaciones jamás deberían de suceder, pero la realidad nos muestra otra cara.
Palabras que regresen a la vida a Jorge y Luis Gerardo, no existen. Pero nos lleva a la reflexión esta triste noticia.
La realidad es que las condiciones laborales no siempre son las mejores ni las más seguras para los artistas de cualquier ámbito. Es más, ser artista, socialmente hablando, no es sinónimo de trabajador.
Hoy por hoy, los que nos dedicamos al arte (al menos en una alarmante mayoría) carecemos de los mínimos derechos laborales, ningún tipo de seguridad social, plan de retiro o cualquier otro rubro que quiera abordarse respecto a lo estrictamente laboral.
De hecho, aunque el gremio artístico es el que nos ocupa en este momento, analicemos históricamente la transformación de las condiciones laborales en general. Los derechos de los trabajadores se han diluido cada vez más en el sistema económico que vivimos (y sufrimos) desde finales del siglo XX.
El outsourcing es una estrategia que protege al poderoso (el patrón) y pone contra la pared a la fuerza laboral de nuestro país.
Sin embargo, este tema tendría que abordarse por especialistas que no sean cómplices del Sistema. En este momento, analizar la situación laboral de los artistas mexicanos es lo prioritario.
Quizá no sea una situación generalizadas de todas las productoras que desarrollan sus proyectos en México pero, en su mayoría, el gremio artístico ha normalizado los tratos y condiciones precarias que aseguren su integridad, por una sola razón: realmente hay una poca oferta laboral y hay que «aprovechar» cuando consiguen participar en cualquier producción.
El miedo a ser vetados o etiquetados como conflictivos, les obliga a no alzar la voz a partir de la muerte de los compañeros actores. Pero esto no debe de ser lo normal o lo natural, porque la vida es la prioridad en cualquier instante de existencia.
El miedo no debe acompañar al silencio, ¡jamás!
El pasado 3 de febrero, un pequeño grupo de actores afiliados a la ANDA, se manifestaron en Palacio Nacional en el Centro Histórico de Ciudad de México, solicitando las condiciones mínimas necesarias para que la labor artística sea digna y segura, además de esclarecer las circunstancias en que se sucedieron los tristes hechos referidos anteriormente.
Sí, un pequeño grupo… valientes por dar la cara y expresar su preocupación por lo que se vive día a día en los sets y locaciones de los proyectos en los que participan.
Edgar Novoa, uno de los manifestantes, visiblemente preocupado ante los micrófonos de algunos medios que lo entrevistaron esa mañana, por tener que dar la cara y expresar su opinión… Pero hizo valer su derecho a la libre expresión.
¿Cuántos de nosotros nos hemos callado por conservar un trabajo? ¿Cuántos de nosotros hemos alzado la voz y perdimos el empleo por esa causa?
Las próximas líneas las escribiremos cada uno de nosotros acerca de este tema… Injusto sí… absurdo, ¡más!
Deseo que este tema deje de discutirse y actuar a favor de los que hacen posible cualquier producto audiovisual; llámese cine, televisión o plataforma electrónica…
Que además impacte en todas las disciplinas artísticas, que viven las mismas condiciones precarias de trabajo.
¿Si no eres famoso mereces trabajar en circunstancias llenas de inseguridad?
Y, si eres exitoso en este medio, ¿no alzarás la voz por miedo a perder tus beneficios personales?
Queda mucho que pensar… pero hace falta hacer mucho más por nosotros mismos.
Es hora de que la sociedad vea a los artistas a los ojos, como iguales, no como ídolos o como personas que ni siquiera son considerados que se ganan la existencia a través de su trabajo.
«Por amor al arte» ya no debe ser la premisa que disculpe la falta de empatía con los que abrazamos cualquier disciplina artística como forma de vida y subsistencia (qué triste utilizar esta palabra… qué triste pensar que la mayor fuerza laboral nacional, trabaje sólo para subsistir)
El artista persiste en soñar… no sólo para subsistir, sino para existir… y qué derecho más simple y primitivo que el derecho a la existencia…
Queda pues, esperar qué dice el tiempo acerca de este triste hecho que hizo del sueño, una pesadilla.