La familia no se escoge, reza una frase popular. Ciertamente, pertenecer a una familia es todo un camino de aprendizaje. Sí, somos resultante de todo un camino generacional que nos deja tareas a solucionar en el presente, ese presente que se llama vida y, en ocasiones, pasan los días en la inconsciencia y perdemos la oportunidad de aprender y mejorar.
Legado, palabra muy breve para todo lo que puede significar en una familia.
Hay familias que tienen negocios generación tras generación… negocio de familia, le llaman. Familias de abogados, maestros, arquitectos, médicos, etc.
También hay familias de artistas, evidentemente serán un poco más extravagantes de lo tradicional… o no.
En lo personal, soy gente de teatro, desde la adolescencia. Hubo una etapa de mi vida en que formé una compañía teatral que funcionó durante cinco años… legado, negocio familiar… en taquilla estaba como auxiliar mi hija, quien tenía 8 años y, tras bambalinas, encargado de utilería estaba mi hijo de 6 años… Sí, ya sé, muchos padres modernos podrán tacharme de mala madre y abuso infantil… Pero no, a los niños los limitamos los padres y, si hay una empresa familiar, lo lógico, natural y orgánico es incluirlos en él.
Hay una ventaja intrínseca en incluir a las nuevas generaciones en las actividades económicas de la familia y no porque se espere que sigan los pasos vocacionales de los padres, no… simple y sencillamente es mostrar un horizonte posible, es incluir y es poner en la mesa una alternativa para el futuro, pero sobre todo para el presente.
Y es que los horizontes son muchos, tantos como podamos imaginar. He conocido familias que van tres generaciones dedicándose a la misma profesión u oficio, pero también he conocido familias que han diversificado su preparación y sus actividades económicas. Eso también es fabuloso… sumar, ampliar los horizontes.
También conozco, familias que diversificaron sus vocaciones y se dieron cuenta que no eran imposibles de cruzar para crecer todos en un proyecto en común.
Los artistas hablamos también un idioma particular (así como otras profesiones) y, cuando tienes alrededor a tu familia que comparte ese idioma es infinitamente gratificante porque se pueden potenciar los proyectos.
Sí, se dice también que no hay que combinar familia y negocios, pero no soy partidaria de obedecer la lógica de la mayoría, así que si tienen talento en la familia que pueda sumar al un proyecto económico, ¿por qué desaprovecharlo?
Los proyectos artísticos son sueños… y los sueños se construyen día a día, más con el corazón y pasión que estrategias comerciales… O sea, así comienzan, pero es una exigencia tener alrededor a especialistas que se hagan cargo de los números obligados en la producción, especialistas en marketing, etc.
Quizá por eso me llamó la atención escribir acerca de Miranda Casting & Management, una empresa familiar donde todos tienen su lugar y son valiosos.
César Hernández ha incursionado en varios rubros del mundo artístico no sólo en la actuación, tales como coordinación artística y casting, producción, backstage, entre otros. Así que, con toda la experiencia adquirida en su carrera, crea Miranda en conjunto con sus hijas, aprovechando los conocimientos y aptitudes de ambas.
Diana Hernández es la diseñadora de la imagen de la agencia, tanto en redes como en la elaboración del roster del talento que representa la agencia. Es la creativa del concepto, mismo que es elegante, simple y directo.
Michelle Hernández es la community manager de Miranda manejando Facebook e Instagram.
Sí, la familia es el equipo por antonomasia y no pertenecemos a nuestra familia por casualidad.
Sí, a veces no tenemos una familia ideal (según nuestra perspectiva) pero siempre nuestra familia será el origen, así que si no lo abrazamos con amor, ¿cómo podríamos continuar?
A título personal, ser gente de teatro ha sido un camino largo, a veces lento e intermitente, pero mi camino al fin. El amor a las tablas es apasionante y yo lo he encaminado también con el amor a los renglones, llenos de palabras, que se transforman en textos dramáticos en su mayoría.
Y sí, la familia que he formado tiene su vena artística: una bailarina/actriz y un actor de doblaje en formación. La vida nos sorprende y siempre será maravilloso conservar nuestra capacidad de asombro para transitar, con el alma plena, los caminos que nos toque seguir… o construir.
Sea pues, en estos tiempos de reflexión, que mis palabras los inviten a hacer un alto y observar hacia el interior… de lo importante de ser y pertenecer a una familia, de cómo honramos a nuestros ancestros (o no)… hay más tiempo que vida, decía mi amado Papá Ramón… así que, por las circunstancias respecto a la cuarentena que estamos viviendo, tomemos este tiempo o, al menos parte de él, para entender quiénes somos y de dónde venimos, porque si la vida ha cruzado nuestros caminos con los miembros de nuestra familia, hagamos cosas buenas.
¡Ah!, todos pertenecemos a una familia, pero el amor siempre es infinito y, es la vida misma la que nos regala a personas sumamente importantes en nuestro recorrido. Sí, ellos también son nuestros hermanos, hermanas, padres, madres, hijos, tíos… cuya sangre no es la misma que corre por nuestras venas pero se adhieren a nuestro destino aportando amor, protección, apoyo y alegría… A veces, también nos jalan las orejas o nos dicen palabras fuertes, porque quizá a sus ojos, erramos el camino y es una forma de llamar nuestra atención ya que nos aman y les importamos.
Familia… gran palabra… grandes enseñanzas y grandes personas que la conforman. Somos de ahí y ella es de nosotros. Familia, sanguínea o no, siempre será nuestro origen, ese que nos hace lo que somos y que nos da las bases para nuestra propia transformación… y cada quién sabrá qué decisiones tomar para ser mejores personas y buenos seres humanos.
Gracias por leer…