Decisiones…

Recuerdo a una niña que deseaba ser artista…

Recuerdo una adolescente que decidió estudiar teatro rebelándose ante la disciplina paterna pero la vida le dio un revés y le cerraron la carrera el año en que le tocaba iniciar sus estudios de licenciatura…

Recuerdo una joven maestra que sembró la semillita amorosa a las tablas en varias generaciones de sus alumnos, formándolos y dirigiéndolos en concursos escolares… Ganando, la última vez que participó con sus estudiantes de secundaria, aquel concurso importante con otros planteles de la Ciudad de México…

Conozco a una mujer de cuarenta y cinco años que decidió, por fin, regalarse la oportunidad de estudiar actuación porque sabía que era el momento y encontró al mejor mentor…

Luego… la pandemia…

Reconozco a una mujer de cuarenta y siete años que decidió continuar su formación de actriz a pesar de ser un reto cotidiano sacar adelante a su familia y a sus sueños al mismo tiempo…

Abrazo a esa madre que decidió poner en pausa su sueño de estudiar para apoyar la formación de sus hijos porque el amor siempre vale la pena…

Renunciar a algo que disfrutas siempre es una decisión difícil… muy difícil…

Sobre todo cuando estás cumpliendo algo que has deseado tanto por tanto tiempo…

Así que hoy, salí temprano de casa con la firme intención de informar a mi maestro y a mi grupo que tendría que suspender mis clases de actuación para continuar con una de las facetas más importantes y aleccionadoras que me toca desempeña: ser madre y jefa de familia…

En México, hay una frase popular: Amor con amor se paga…

Creo, en definitiva, que si das amor al mundo, la vida te lo regresa… No precisamente a quien le diste amor siempre te devolverá acciones amorosas; así no funciona la vida…

De las peores experiencias que he vivido, es estar en medio de la calle (dos veces, además de todo) con dos pequeños hijos tomados de la mano pensando en dónde pasaríamos la noche porque nos habíamos quedado sin casa…

La vida ha mejorado… siempre mejora…

Aquellas difíciles ocasiones recibimos amor de personas que no tenían ninguna obligación de ayudarnos… Pero el amor es así, no se da por obligación…

Hoy, recibí uno de los mejores regalos de los últimos años que acepté con amor también…

¿Qué debo aprender ante los regalos amorosos de la vida?

Aceptarlos con humildad y agradecimiento, sabiendo que soy un ser amoroso que también ha dado esos regalos que suman a los sueños de otros soñadores como yo…

Estoy agradecida con la vida y las personas de las que he recibido esos gestos maravillosos que me hacen continuar… aprendiendo y agradeciendo…

Mis letras se sienten pequeñas, ante tanta generosidad y empatía…

Ver y escuchar a mi maestro… Ser escuchada por mis compañeros y observar en sus miradas que les importa lo que me sucede… es simple… me deja sin palabras…

Y recuerdo a esa pequeñita que no sabía lo que le deparaba la vida… muchas veces amarga, agria, dolorosa, sinsentido, caótica, desesperanzadora, violenta, hiriente, depresiva, oscura y, que la única razón por la que ha valido la pena llegar hasta hoy, ha sido el amor…

Mis palabras ya no quiero invertirlas en aquellas personas que han abusado y traicionado el alma de esa pequeña que sigue creyendo que la vida es bella y siempre vale la pena…

Por eso hoy, escribo estas líneas para agradecer y reconocer que todos somos capaces de amar y demostrarlo… Con una mirada, un abrazo, unas palabras, un techo, una sonrisa o una oportunidad…

Sea pues… gracias por el regalo… gracias por la oportunidad, pero sobre todo, gracias por el amor…

En mi clase de actuación con el Maestro Alejandro Bracho.